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Yoly Romero x Sistema Lumka_edited (1).jpg

Una vida que no se buscó. Se recordó.

No canalicé el Sistema LumKa en un solo momento. No fue una visión, ni una experiencia puntual. Fue un ritmo. Un pulso que comenzó a hacerse más nítido a medida que yo me desnudaba de todo lo que no era. Mientras otros buscaban respuestas espirituales, yo simplemente comenzaba a quedarme en silencio. Y en ese silencio, lo invisible empezó a hablar. No con palabras, sino con orden. No con ideas, sino con estructuras. Sentía cómo la energía pedía dirección, y sin forzar nada, empezaba a organizarse sola dentro de mí.

Desde niña, ya lo sentía. No con claridad mental, pero sí con una certeza que nunca se rompió. Sabía que las cosas no eran como nos las contaban. Que detrás de la forma había diseño. Que lo que dolía no era el mundo, sino la desconexión con lo que vinimos a ser. Pero durante mucho tiempo, no supe cómo traducirlo. Caminé entre lo invisible y lo evidente con la sensación constante de que algo dentro de mí ya sabía, pero aún no encontraba espacio para expresarse sin interferencias.

Cuando finalmente dejé de intentar explicarme, todo empezó a manifestarse. Las enseñanzas no vinieron desde la mente. Llegaban completas. Con lenguaje, estructura, función. Cada parte del sistema aparecía en el momento justo, con precisión vibracional. No canalicé datos. Canalicé un campo. Una conciencia viva que me mostró que no estaba aquí para ayudar a otros a sanar, sino para ofrecer una nueva forma de creación. Una frecuencia original que no busca arreglar el pasado, sino abrir espacio para un nuevo diseño.

Canalizar el Sistema LumKa ha sido, sobre todo, vaciarme. Soltar la necesidad de ser alguien, de sostener una historia, de cumplir expectativas. Tuve que convertirme en campo abierto. Tuve que deshacer las formas que me protegían para dejar pasar lo que no podía ser explicado, pero sí sostenido. No fue cómodo. No fue rápido. Pero fue real. Y esa realidad se convirtió en estructura. En mapa. En verdad encarnada.

Hoy puedo decir que no canalicé un sistema. Me convertí en él. Cada parte de mi vida ha sido la preparación para sostenerlo sin distorsión. No desde el conocimiento, sino desde la presencia. LumKa no es algo que entrego. Es algo que vibro. Y por eso, cada vez que alguien lo recibe, no se lleva información… se lleva activación.


Y si ha llegado a ti, es porque tu campo también está listo para recordarla.

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